En el trasfondo de la gestión de una copropiedad, donde la administración eficiente y la transparencia son pilares fundamentales, se encuentra la figura del administrador. Este individuo, investido de responsabilidades y deberes, se convierte en el engranaje vital que mantiene en marcha el funcionamiento de la copropiedad y a su vez de la comunidad. Sin embargo, incluso cuando se cumplen cabalmente estas responsabilidades, es lamentablemente común que el administrador saliente se vea envuelto en una nebulosa de críticas y señalamientos por parte de algunos residentes y propietarios.
Recientemente, hemos sido testigos de un caso que ilustra esta compleja dinámica. Tras un periodo de gestión en el que el administrador saliente demostró entereza, dedicación y competencia en el desempeño de sus funciones, nos encontramos con una carta abierta dirigida a la comunidad.